Nos dirigimos al Parque Grande dando un rodeo para poder hacer durar nuestros placeres de andarines. En el  Camino de las torres paramos en una frutería fantastica para comprar tomates maduros con los que sustanciar las tostadas del picnic, y Fer nos agasaja con unas bandejitas de arándanos y frambuesas que algunos prueban por primera vez y encuentran de sabor agradable (ayuda la calidad del producto).

Subimos por el Parque Pignatelli para ir a coger el canal imperial. Nos paramos en la panadería Pinilla para contemplar extasiados su maravilloso escaparate y delante de la puerta de la parroquia de Antonio de Padua hacemos un gracioso teatrillo en el que Lucio habla en italiano como si estuviera en territorio italiano como antaño fue el lugar y Khalid traduce al «guía turístico» para que el resto nos enteremos de la historia del lugar.

Giramos a la derecha para coger el paseo del canal y admirar los patos nadando graciosamente. Lucio nos llama la atención sobre los restos del colegio para huérfanos en el que paso muchos años de su infancia (hizo buenos amigos en esa dura época) y Julio P. nos cuenta anécdotas de San Juan de Dios cuando visitaba allí a su madre ingresada.

Nos acercamos a admirar las piezas de arte-jardín: piedras, troncos secos de arboles caídos, elementos naturales trasformados.

Entramos al parque por el Rincón de Goya,  y tras visitar el Jardín Botánico con sus hermosos pinos y su mística sabina, nos dirigimos a La Rosaleda. Pedimos permiso al bar de la rosaleda para realizar el picnic en sus mesas a cambio e tomar ahí los cafés.  Las rodajas de pan se montan con jamón, tortilla de patata, queso con anchoas, y atún con pimientos y olivas.

El ágape tienen éxito, y en la semana de las posturas, como no, ejercemos de grullas en un ambiente distendido,  sin escatimar esfuerzos para hacer gráciles poses de aves en el paraíso..