Cabeza de Jibaro
Representado por Angela y Alba Uson
La familia de Javier era muy humilde. No tenía dinero pero sí ramificaciones familiares y contactos varios en Sangüesa en Navarra. La madre tenía una amiga que a su vez un pariente que trabajaba en el castillo de Javier, que está cerca de Sangüesa. Había cerca un colegio muy bueno. Gracias a esta influencia consiguió una beca para poder estudiar allí internado.
-¿Pero cómo me voy a ir fuera casa, si aquí tengo a mis amigos, conozco las calles, estoy con vosotros? -protestaba Javier -.
Sus padres le consolaban e intentaban hacerle entrar en razón:
-Sera un sacrificio para todos. Nosotros te queremos mucho y nos gustaría estar contigo, pero… justamente porque te queremos tenemos que dejarte para que tu tengas un porvenir y un futuro y más vale tener el futuro que unos cariñines, pues todo el mundo se tiene que apartar un día u otro de los padres, quizá tú un poco antes pero… es “ley de vida”
Javier se fue a estudiar al internado con la beca y el estar cerca de un castillo era como estar en un mundo medieval en el que tenía que adaptarse a vivir y en el que de nada servía lo vivido hasta entonces.. A Javier, que estaba bastante enmadrado y apegado a la familia le costó mucho, pero no tuvo otro remedio que desapegase bruscamente para empezar la nueva andadura y la ruptura hizo de él una dura roca emocional en la que levantar la torre del homenaje.
Había un profesor, Don Elizalde, que le caía bien porque sabía ganarse a los niños con sus historietas de los doce silenciosos. Les explicaba las cosas a través de cuentos y aventuras que ocurrían en los sótanos y pasadizos secretos. Don Elizalde, en honor a la verdad, le protegió y le ayudó al principio para adaptarse y efectivamente se adaptó bastante bien gracias a él.
Uno de los silenciosos hacia un descubrimiento, por ejemplo: una vez descubría el triángulo de la trinidad Los silenciosos decían: ¿Cómo tiene que ser el triángulo de la trinidad? ¿Tiene que ser escaleno o equilátero? ¿O cómo? Porque claro, si es escaleno ¿qué problema hay? ¿Porque donde ponemos a Dios padre, al hijo y al espíritu santo? ¿Apartado en un rincón, en el ángulo más agudo? ¿Y si el ángulo más agudo es el espíritu santo? ¿Qué problema de jerarquías se establece con los dos ángulos opuestos? ¿Cuál de los dos seria mayor? Se preguntaban los silenciosos.
El colegio tenía mucha tradición de las peregrinaciones que se hacían determinados días del año. El castillo se llenaba de gente que iba a celebrar el día del Domund, mucha gente de fuera, que venía de la comarca de Sangüesa, de los alrededores de Navarra y misioneros que habían estado de misiones en Bombay y Madagascar, contaban historietas sobre sus aventuras y las acciones solidarias que había hecho. Uno de los misioneros, para la exhibición del Domund había traído un cabeza de Jíbaro, son cabezas que la tribu hierve en agua y entonces la misma cabeza sin perder los gestos se vuelve diminuta.
Una noche Javier y sus amigos tuvieron la idea de robar la cabeza de Jíbaro para jugar a la güija en la cabaña que habían construido. Habían probado a hacer una cabaña de cañas pero el viento se la llevaba, luego habían intentado hacer otra de piedras, pero claro las ponían bastante mal. Al final aprendieron el arte de sujetarlas y encajarlas y poco a poco fueron levantando una buena cabaña sólida de pastor. Ahí era donde les gustaba escaparse de vez en cuando, cuando las actividades del colegio no les gustaban. Se iban y pasaban sus ratos libres jugando con actividades misteriosas de 12 silenciosos.
Javier tenía mucho interés en hacer hablar a la güija ese día y para que la sesión tuviese más potencia mágica pusieron la cabeza de Jíbaro encima del tablero. Javier hizo una pregunta al juego:
-¿Margarita sigue queriéndome?
Resulta que en las vacaciones de ese verano se había ido con la familia a Torredembarra. Una noche Javier se fue con sus hermanos mayores a bailar a un bar de la playa donde conoció a Marga y a la luz de los farolillos y las estrellas de agosto, surgieron un par de escarceos inocentes, el amor o la curiosidad por el amor, no se sabe, y por eso ahora se preguntaba con inquietud si habría una Margarita en su futuro.
En pleno juego apareció Don Elizalde y dijo:
-Qué, ¿me siento con vosotros?,
Javier y sus amigos: Ooh!! Ooh!! Nos ha pillado!!
Don Elizalde:
-¡No pongáis esa cara que yo también he sido niño!! -les tranquilizó Don Elizalde.
Les aconsejó que en el futuro no se tomasen tan en serio las cosas de los profesores, los adultos, las reglas… porque en el fondo todo era un juego que todos jugamos como si fuera una obra de teatro.
-A mí me ha tocado ser profesor y lo tengo que hacer con toda la seriedad, pero eso es una patraña. Tenéis que tenerlo muy presente en vuestra vida futura y no confundir la natura con la cultura, porque la cultura es un divertimento, no una cordillera de granito inamovible, por lo tanto las reglas sociales que tenemos y las cosas que pasan en la vida social son, no como un mineral sino algo que podría ser perfectamente de otra manera, y podéis tener un papel de mando y estar arriba un día y otro abajo. Ni os lo creáis cuando estéis arriba, ni os lo toméis en serio cuando estéis abajo. Estamos todos en una partida de cartas.
-O sea, que a partir de ahora no nos tenemos que tomar en serio las reglas del colegio -le replicó Javier, que era ya un poco más avispado desde el verano y además tenía confianza con Don Elizalde.
-Ni se te ocurra – le contesta Don Elizalde -, porque has de saber que yo jugar juego bien, o sea, que a partir de ahora no pienses que vas hacer lo que te da la gana porque yo voy representar mi papel de profesor que es lo que me toca y con lo que me gano la vida… aunque sea un divertimento, sí!!
-Pues otros sí que se lo toman en serio, por ejemplo el bedel, el director o el enfermero que hace las inspecciones. Estos parece que no jueguen – observó Javier -.
-Es que hay algunos que ignoran sus propias imposturas – contestó Don Elizalde -y éstos son muy convincentes porque se lo creen a pie juntillas. Tú tienes que preguntarte cuándo alguien es muy formal y circunspecto , ¿se lo cree o no?. Lo conseguiréis averiguar quizá por el tono o la manera de hablar, ¿lo habéis observado bien? cuando yo os digo una cosa os la digo como un poco…, como si pero no, como en serio como en broma, y ahí tenéis un dato de cómo la persona es flexible, debido a que tiene sentido del humor. Utiliza la ironía porque en realidad es más consciente de lo que está haciendo, a diferencia de aquellos otros que se fanatizan y se ciegan con sus creencias.2
El profesor se fue para no interferir en los asuntos de los silenciosos. Los que se quedaron no aclararon si Margarita ¿Sí? si Margarita ¿No?. Hay cosas que no se aclaran nunca. Nada más que por la fuerza de los hechos. Casi vale más esperar los acontecimientos y no andarse con mil preguntas. Todo cae por su propio peso y nos vamos enterando sobre la marcha.
El día siguiente era el día del Domund y llegó también la Coca Cola que propuso dar un premio bastante interesante al que hiciese la mejor redacción del día del Domund. Javier escribió la redacción que resultó ganadora. Era una historia poética que hablaba de una noche en la que se celebraba San Saturio en Soria, tierra de poetas, que han escrito sobre el Duero. La procesión se caracterizaba por hacerse de noche, con teas encendidas.
Una noche por la ribera del Duero iban con las teas encendidas, cantando y hablando con palabras bonitas “la luz de luna riela en el agua y las luces reflejadas de las teas van acompañándola”. Iba Felipín con su padre. No tenía muy buena relación con él. Sentía como un desencuentro o desafecto. Su padre en cambio no daba motivos de rechazo, era buenísimo, tan bueno era que lo abrazaba cuando no había necesidad. Pero a Felipín eso no le gustaba, o le resultaba su voz demasiado dulce, el caso es que cuando su padre se quería acercar para darle un achuchón cariñoso se hacía el despistado disimulando estar muy abstraído en otra cosa. En la procesión, por una ráfaga repentina, se apagaron las teas de Felipín y de su padre, que estaban en una zona poco iluminada. Felipín se sintió como conmovido en el alma y le dio un arranque de amor y dijo: “papá, te quiero” y se agarró a él. Un alma caritativa encendió la tea para ver el terreno y a los cofrades amorosos. El padre de Felipín, unos metros más allá, le dijo: “hijo ven, ven para aquí, no tengas miedo”, Felipín se había confundido y se había abrazado a un desconocido!!!. Nunca más volvió a decir esas palabras sentidas, incluso ni cuando su padre falleció. ¿Quizá por la vergüenza? ¿Quizá por el temor de equivocarse otra vez? Hay cosas de las que nunca sabremos el por qué.3
Todo estaba escrito de una manera tan poética que merecía el premio, pero ese premio resultó ser el de una expulsión. Javier fue despedido del colegio.
-Nos hemos enterado de que has robado la cabeza de Jíbaro – le explicó el director -.
-¿Y quién? ¿Quién os ha dicho algo así? – preguntó Javier, más interesado en quién causaba su desgracia que en el hecho de sufrirla -.
-Eso no importa!! – dijo el Director enfadado y elevando la voz – . La cosa es que lo sabemos. Esto que has hecho es muy grave, porque el padre que venía de Costa Rica no pudo contar como quería sus aventuras y aparte le tenía mucho cariño, porque se la habían regalado como símbolo de amistad. Tu conducta no es adceptable en este colegio, ya hemos llamado a tu familia que vendrá mañana a buscarte.
Javier volvió a Sangüesa, donde retomó los estudios en una academia por encontrarse a mitad de curso. Se sintió despojado de su mundo, tal vez expulsado por Don Elizalde, porque su mundo se había convertido en un Castillo y fuera de él dejaba de tener mundo otra vez.
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COMENTARIOS
#sagaJavier #roles #desencuentro #adaptación #cambio
El cuento narra la ruptura del mundo familiar utilizando el símbolo del castillo como el lugar ‘frío y distante’ en el que el personaje es arrojado. Se adapta con el paso del tiempo a la vida del internado, que es un mundo ‘aparte’ similar al ‘marginal’ de alguno de los presentes, que tiene sus propias reglas de juego, la ley de los 12 silenciosos.
Descubre en ese submundo que cada uno juega un juego, adopta un papel como si fuera una obra de teatro, el juego de los oficios, el de los roles sociales y que algunos saben que juegan, como Don Elizalde, pero juegan en serio, incluido él, ya que delatará a su protegido.
Elizalde también previene a los niños para no creerse el éxito como si fuera exclusivamente suyo, y tampoco el fracaso sería totalmente creíble. Es como si buscara la cura profunda al desgarro que va a tener que soportar Javier.
Coincide un juego arriesgado, el robo de la cabeza del jíbaro, con un premio literario, un éxito adaptativo, pero pesa más el delito cometido. El personaje es arrojado de un mundo aislado, el Castillo, pero consolidado a otro mundo desconocido.
La redacción del premio conseguido versa sobre el amor excesivo de un padre por un hijo, que éste rechaza como los gatos el exceso de caricias. En un momento de oscuridad cede su pose de rechazo y aflora el amor hacia su padre, pero descubre que se ha equivocado y ha abrazado a un desconocido en su lugar. Nunca se encuentran por más que lo intentan configurando un imposible retorno.
Cuando Javier abandona -forzado por las circunstancias- el mundo en el que estaba integrado se crea una crisis ya conocida de cuando entró en el castillo, un estar despojado, expulsado, obligado a comenzar de nuevo. La paradoja es que es dolor repetido quizá le endurezca y le ayude a desarrollar capacidades de renacimiento.
NOTAS TÉCNICAS
2Realizamos algunas subescenas para mostrar en una mismo motivo cómo habla un actor de forma contundente y la mismo motivo dicho de forma más flexible (“venga, que vamos a llegar tarde, no nos peleemos, hazlo y ya está”)
3 Esta parte la lee otro narrador para distinguir el cambio de registros y la naturaleza de las historias. Además se ilustra la parte del Padre pegajoso (un actor se acerca a otro diciendo “ah cariñín, hijito mío” mientras el que hace de hijo pone caras y amagos de apartarse, lo abraza y casi lo ahoga, el hijo intenta quitarse las tenazas de las manos) y del abrazo equivocado (van con las teas, se apaga la luz, se enciende la luz y esta el actor que hace de hijo abrazado a cualquiera de los presentes) mediante escenificaciones especiales