Aniquilado por la empatía
Supongo que a muchos les habrá pasado.1
Lo he podido observar cuando una madre pasea a su hijo con el carrito. El bebé la mira a la cara con suma atención. Se ríe si la madre le hace una monería, llora si le riñe o se duerme, si la ve angustiada, para no molestar2 . El niño apenas habla, ni comprende el caos que le rodea, menos mal que la mamá le mete ideas en el cerebro para orientar su alocada espontaneidad por los caminos de la sociabilidad:
“Esto no se toca” “eso no se hace” “eso caca” “Ay qué gracia” “eso ya no tiene gracia!”, “qué guapo” “qué feo con esa cara”. Luego ya no hacen faltas mamás, papás, ni sobrinos. Te miras en el espejo y te dices:
“qué guapo soy”, “mi nariz no me gusta”, “mis manos son pequeñas” mis orejas grandes”….
A Remi le pasaba que su madre se le había pegado de una forma literal. Por ejemplo se ponía en jarra jotera como ella y decía “¡hola clavel!”. Nasalizaba cuando hacia alguna tarea interesante que salía bien. Tsssssst-teaba cuando quería reprender sin criticar de palabra ni herir con el disgusto. Se acariciaba la pierna cuando tenía que esperar que los demás acabaran de comer o cuando le regañaban.
Se le habían pegado tantas cosas que algunos comentaban “ha salido a su madre”. Pero es que con su padre no era menos. Arrugaba el morrito, apretando los labios. Sonreía falsamente para decir que su estar bien era estar mal. Se alisaba el mentón para pensar. Hacía molinillos con un pie debajo de la mesa. Tosía en forma par. Abusaba del “ya se verá”, o del “puede ser”3 para no entrar en polémicas.
La escuela fue tremenda para Remi por el continuo bombardeo de frases de los profesores. Se le quedaban pegadas las de los que mejor le caían. No las podía soltar de su cabeza en días y días, meses y años como veni vidi vinci de la clase de latín, o los cien cañones por banda..4 , Padre nuestro que estas en los cielos, pi 3 14 16, Santamaría que pinta tiene la niña, en este banco esta sentado ya te lo he dicho, mas vale pájaro en mano que ciento volando, pito pito gorgorito, mete en el guá5 (reconocía Remi que es lo que le venía a la cabeza cuando iba a proceder a la penetración sexual), media manga manga entera.
Le parecía oír las burlas de los compañeros cuando fallaba una jugada en el campo de fútbol, cuando tenía que atravesar la fila de abusones o cuando se guaseaban los mayores de los pequeños. Incluso cuando cruzaba por un lugar en el que unos chavales se estaban riendo y comentaban, “feto humano”, “guarro”, “el cerdo del Misisipi” o soltaban risitas crueles como flechas de hielo.
La televisión también parecía haber poblado su cabeza de fragmentos de publicidad que decoraban cualquier cosa que hacía. Iba a comprar algo y cuando elegía lo que le parecía mejor, le susurraba una frase: “mejores no hay!”. Si lavaba una prenda, otra voz le sugería “lava más blanco que su vecina”. Si pintaba, era horrible porque a su mente acudían estrofas de “pintor que pintas con amor”, o con los brochazos arriba y abajo “Oliver!, Benji!”. Si los auriculares se le enrollaban, mientras los liberaba de los nudos su cabeza canturreaba “Bola de Drac Z!”6
Tuvo un amigo del que le costó mucho liberarse. Era dos años mayor. En la primera juventud se nota mucho, en cambio de mayor no tanto7 . A menudo, con la finalidad de ayudarle, le abroncaba “tu eres tonto, tonto de remate, mira que entrarle con una poesía, una cagada total..”, “ese azul y el marrón no pegan, tienes el gusto en el culo”, “Eres más pesado que un saco de patatas”, “anda, anda… no me salgas ahora con miedos de crío..”, “me dejas tirado y te corto los huevos, con las veces que te he acompañado..”, “Eres tú de la virgen del puño, mira que no prestarme una miseria por si no te llega el dinero!, !memo!, agarrado!”.
También es cierto que le ayudó mucho a saber tratar a las chicas, a defenderse de caraduras, a sospechar de embaucadores y a ahuyentar cantamañanas. Le abrió los ojos a las ideólogos y teólogos del tres al cuarto, le enseñó a catar buenos vinos, a disimular borracheras y a hacer barbacoas, pero todas estas bondades iban acompañadas del veneno del desprecio, el “pero tío.. cómo dices eso..” se le venía en el mismo momento de recordar estas cosas tan desagradables y la manía de hacerle de menos para sentirse él superior. Finalmente le resultaba tan opresiva su compañía que optó por dejar de salir con él. Aguantó acusaciones de traidor, veleta, insustanciado, cabrón, tontolaba, chupatintas del tres al cuarto, garrapata, judas..8 y otras lindezas por el estilo que le regalaba cuando se cruzaba con él y otros amigos o víctimas sustitutas.
Cada vez que Remi se equivocaba, sonaba la voz interiorizada de Carlos “Jaimito el tontito se comió un rabito”, o si dudaba, Carlos-íntimo al punto intentaba resolver con el latigazo de la frase “tira el haba tontolaba” o si le costaba seducir a una mujer “Jaimito acojonado será abandonado”. También es cierto que otras veces le alentaba “venga jaimato, que tu vales un rato”, “si le das la moverás”..
Puede ser que nuestra mente asocie percepciones que se han producido a la vez, como el anuncio repetido en la televisión de un coche con una bella mujer, o escenas de lujo y pasión en el cine. Luego sucedía que cuando Remi veía un coche, lo miraba por delante y lo miraba por detrás como si estuviera mirando a la mujer del anuncio en vez de al coche. De la misma manera, si le presentaban a alguien que se llamaba Carlos, apartaba la mirada para no ser penetrado por el juicio hostil “mosquita muerta!, qué pretendes, impostor!”. Si se trataba de un Carlos como el rey de España o un tenista o un personaje de película se frotaba la pierna sin querer y una vocecita Carlista le llamaba la atención: “el masturbador de piernas ataca de nuevo”. A veces si estaba nervioso le salían las dos toses sin querer y escuchaba como si Carlos estuviera en su oreja: “las dos tetillas de monja”.
Las rimas de las canciones eran para Remi como refranes que usaba continuamente, más que usarlos abusaban de él, por así decirlo, como si a la palabra se le hubiera adherido un tipo de excrecencia musical. Así por ejemplo decía “pena” y su cabeza coreaba “pena, penita, pena” o “qué emoción” y su cabeza sonora añadía “Como una ola..”. Una suma daba quince, ¡hala! “quince, años, tiene mi amor..”. Otras veces, más que música, en su cabeza le salían letras de canción en vez de las palabras naturales y si tenía que decir que algo duró poco le surgía “Lo nuestro duró lo que duran dos peces de hielo” y la personalidad de Sabina le daba un toque de firmeza bohemia. Si un asunto se había perdido, en vez de decir “he perdido”, le salía un chunguito diciendo “Perdido voy por este mundo como un vagabundo” o si tenía una queja, un John Lennon le socorría diciendo “Pero sabes que siempre llueve en mi corazón”.
El inconveniente era que si la persona con la que Remi hablaba conocía los Beatles, a los Chunguitos o a Sabina, la cosa quedaba hasta elegante, pero sino parecía una persona rara rara, rara …..
Remi todo lo adquiría. La forma de fumar de Humprey Bogart, la manera de andar chulesca de Bruce Lee, el tonillo mexica de su compañero mexicano, los chascarrillos de los compañeros de trabajo “te parto la cara”, “vienen los búhos”, “para comer anchoa frita” y cosas así que no eran suyas, pero que se convertían en propiedades impropias.
Pensaréis que Remi era un ladrón de palabras, una fotocopiadora de gestos, un radio cassete parlante.
Si de golpe te soltaba, después de tos toses de monja y una masturbación de piernas que
-el submarino amarillo, dice el búho, que le tira el haba tontolaba, le llueve el corazón
Solamente una persona que le tratara desde hacía tiempo podría traducir “Dice Lucia que Carlos se esta quejando”
-Qué puedo hacer doctor -le preguntó al psiquiatra, Remi muy angustiado- ¿Cómo puedo dejar de tener tanta empatía, de forma que los demás no me ahoguen y me dejen existir? ¿Cómo puedo tener una verdadera personalidad?
-Las músicas que escucha, los insultos que le propinan por la calle, las risitas que le parece que van por usted, las podríamos suprimir con una medicación, pero personalidad me parece que ya tiene suficiente, .
-Pero, “Hey Jude, don’t make it bad” lo ve, ¿lo ve? veo veo ¿qué ves? los ladrillos de mis frases son trozos de otros.
-Todos somos hijos de nuestros padres, de nuestros maestros, de las series de TV y del cine, pero usando lo que heredamos somos otra cosa mezclada, nueva, una salsa distinta a los ingredientes que hemos usado.
-Pero mis ladrillos son raros, la pared Daddy’s flown across the ocean Leaving just a memory Snapshot in the family -perdone, es el muro de Pink Floyd, ¿lo ve? Eso ya no tiene gracia jaimato tu vales un rato- la pared construida con estos tochos son bizcochos.
-Bueno tal vez sus ladrillos son latas de Coca-Cola -admitió el psiquiatra- Le aconsejo que además de la medicación que le voy a recetar, tenga empatía con las personas que no tienen empatía con usted y que le entienden más de lo que cree. Déjese palabrizar por gente normal e impregnar por personas de gestos gráciles, si es posible, gente aficionada a la música clásica. Deje que la armonía contrarreste poco a poco la prosodia y apúntese a la conversación inteligente que no haga chascarrillos ni utilice refranes, así sus ladrillos serán paralelepípedos perfectos.
-Para pipi pedos… PERDÓN PERDÓN, no quería ofenderle, doctor. La razón es un sueño que crea monstruos.
-¿Goya, no? -intenta atajar el psiquiatra.
-Con la papaya no se vaya -se despidió Remi.
COMENTARIOS
#mimetismo #literalidad #lenguaje #bizarro
Aunque los humanos adquirimos el lenguaje, las costumbres y los conocimientos de nuestra vida social, actuamos como si todo fuera nuestro, único y original. Pero en el caso del personaje de nuestro cuento ocurre como en lo cómico. Se produce un fallo en lo que tendría que ser la normalidad, como por ejemplo caerse de una silla. De esta forma se delata de forma imperfecta
-el mimetismo (expresiones literales, coletillas, gestos), en los refranes, rimas, en los insultos de abusones que se convierten en autocrítica o decorativos inadecuados.
-Los conocimientos escolares que en lugar de cumplir una funcionalidad útil se repiten como mantras, exorcismos o expresiones emocionales en cualquier momento.
-La TV y el cine, las frases de los anuncios, cabeceras de series o canciones de moda pegadizas se convierten en muletas para hablar.
-La influencia del amigo, que aparece como voz interior, animadora o crítica según las ocasiones. La interiorización de los consejos e influencias es imperfecta y deja un material residual en forma de frases literales que lo vuelve inadecuado, cómico o incompresible para los demás.
La costumbre de ‘palabrizar’ va acercando al personaje a un lenguaje particular, que nadie más que él comprende (“la pared con esos tochos son bizcochos”).
El psiquiatra le propone -además de la medicación acostumbrada- empatizar con personas adecuadas, gente que le cae mal y de la que es difícil que se le pegue nada, o bien personas constructivas y de buen gusto, que en este caso le ‘pegaran’ refinamiento.
NOTAS TÉCNICAS
1 Introducción en primera persona dirigido al auditorio, aclarando precedentes para comprender la historia que se va a narrar.
2 Representamos la escena con dos personajes. Por ejemplo el bebé primero tira un papel, y la mamá se ríe,. Luego tira un sonajero y la mamá no se ríe. El bebé tira el chupete, pensando que a la tercera va la vencida, pero la mamá le riñe. Tira entonces el monedero que le había prestado para jugar a ver si así por fin logra ser gracioso para su mamá..
3 Por ejemplo al decir ¿me darás un poco más de propina esta semana?¿vendrás mañana puntual?: Probamos con distintas preguntas (algunas conociendo características personales a quien van dirigidas) y el público hace de supuesto padre contestando “puede ser”
4 Recitamos un trozo de poema entre varios que lo recuerdan.
5 Agujero practicado en el suelo para jugar a ‘canicas’
6 El narrador hace un inciso y comenta: Un grupo de investigadores del Departamento de Física de la Universidad de California en San Diego indagó acerca de este misterio que tanto molestaba a los usuarios de auriculares. El estudio presentado llamado “Anudamiento espontáneo por agitación de un cable” (para el inglés “Spontaneous knotting of an agitated string”) fue presentado por Dorian Raymer y Douglas Smith e investigaba cuáles eran las razones que llevaban a que los cables se enredasen de forma espontánea y sin razón aparente. Lamentablemente, los resultados que arrojaron eran desalentadores. Según explicaba el estudio, el problema de los auriculares era que su cable medía más de 46 centímetros de largo. A partir de las pruebas realizadas, era casi imposible que un cable de menor longitud se anudase cuando era expuesto a agitación. A partir de esa medida, y hasta los 150 centímetros de longitud, la posibilidad de que el cable se enredase y formase nudos aumentaba hasta un 50%. La experiencia, según explica el sitio Business Insider, se realizó colocando en una caja cables de diferente longitud y sometiéndolos a diversos niveles de agitación. El resultado, de las 3415 experiencias que se llevaron a cabo, indicó que el principal factor al momento de anudar los cables era el de la longitud y no la fuerza o la frecuencia con que se los agitaba. La conclusión del estudio fue que no importaba lo cuidadoso que fueras al guardar tus auriculares, mientras estos midieran más de 46 centímetros y menos de 150 de largo (la mayoría son de 1,2 metros) y estuvieran expuestos al movimiento, indefectiblemente se anudarían
7 Hacemos algunas comparaciones de quién parece más ágil, más listillo, entre espectadores en la sala con diferencia de edad.
8 ¿Qué cosas le diríamos a un amigo que nos ha dejado? Propone el narrador al grupo.