Brasas

Brasas

Representado por Luz Moreno

 

Hay sucesos de nuestra vida que son imborrables y recordamos con ternura. Suele suceder con algunos recuerdos de la infancia.1

Felipe fue con su padre, teniendo corta edad, a hacer el camino de las cascadas en el valle de Ordesa.

Al principio siguió sin dificultad a su progenitor, al ser el camino sencillo hasta las primeras cascadas, más pequeñas. Luego se fue complicando. Se iba extendiendo el tiempo caminando y a medida que se aproximaba a la Cola de Caballo lo hizo con muchísimo esfuerzo, tanto es así que estuvo a punto de claudicar en varias ocasiones y tuvo que ser arengado y amenazado para proseguir.2

Finalmente se pudo llegar a trancas y barrancas. En una especie de península de piedras en medio del río buscaron unas que fueran negras, grandes y planas para hacer “costillas a la piedra” haciendo una fogata y colocándolas encima a modo de parrilla. El agotamiento que tenía Felipe se trasformó misteriosamente en foto de los recuerdos mágicos con los que representó a su padre en el futuro.

En otra ocasión, en una excursión a Jaraba, caminaron junto al río Mesa y el padre le dijo, profesoral:

Mira, en este río hay cangrejos.

Se metió en el agua y con movimientos certeros logró encontrar tres o cuatro ejemplares de cangrejo autóctono, que más tarde habría de ser derrotado por el americano.3 Los guardó en una cesta de mimbre que había traído y en poco más de media hora estaban degustando un delicioso arroz con cangrejos a la orilla del río entre los escarpes de granito.

El padre de Felipe decidió adquirir un dos caballos4. Para hacer el rodaje viajaron toda la familia al pueblo Mas de las Matas de Teruel del que eran originarios, invitados por los tíos a la casa familiar.

En aquella visita recordaría Felipe haber degustado platos exquisitos, tan arraigados en su memoria que a veces un simple olor despertaba en él el recuerdo de aquellas comilonas extraordinarias.5 En uno de esos días a su padre se le antojó comer conejo guisado con tomate y caracoles que era uno de los platos fijados indeleblemente en su pituitaria y en sus papilas gustativas, pero como no tenían conejo, ni corto ni perezoso, se pertrechó de todo lo necesario para ir al monte a cazar uno para la comida de aquel día, preguntándole a Felipe si quería acompañarle.

El niño, dado el misterio que prometía aquella aventura accedió a ir. Una vez en el monte su padre eligió el lugar dónde habría madrigueras tapando todos los agujeros excepto uno y efectuando las acciones necesarias para que el conejo saliera por allí, ya tenía preparada la jaula metálica dónde cayó la pieza.

Lo que vino después también quedó se le quedó grabado de manera irremediable. Los niños en su inocencia no asocian el comer a la muerte, incluso algunos urbanitas criados casi exclusivamente en la ciudad piensan que la carne viene ya en bandejas en el Mercadona, o dibujan los calamares cómo aros a la romana en la clase de artes manuales del colegio. En cualquier caso presenció, pálido e inmóvil, el sacrificio, despelleje y descuartizamiento del animal que luego serviría de comida en el Mas.

Podemos adivinar su pensamiento a la hora de comer:

-“Yo hoy no como conejo, no tengo hambre”.

Con el tiempo Felipe creció y encontró a la que sería su primer amor, una chica sencilla y sincera llamada Maribel. Estaban en una fase inicial en la que habían hecho manitas y poco más por lo que Felipe, con idea de avanzar, pensaba en hacer algo especial para agasajarla y de paso impresionarla, afianzando de esta forma la relación.6 En aquella época, como mucho se podía aprender un poema de Bécquer, unos chistes para hacerse el simpático, la imitación de los galanes de las películas del momento, y organizar un guateque…7 Felipe, que a lo largo de su vida había visto pasar situaciones y vivencias como si fueran escenas de una película o un paisaje contemplado desde el tren, empezó a darles utilidad, siendo él mismo el que iría repitiendo esas acciones imitando activamente lo observado pasivamente.

Se le ocurrió invitar a Maribel a una excursión a un paraje cercano a Zaragoza por el que pasaba un pequeño riachuelo. En ese momento recordando la escena vivida en el río Mesa con su padre y le preguntó:

-¿Te apetecen unos cangrejos?

-No sé… nunca los he comido -respondió Maribel, circunspecta.

Sin pensárselo dos veces, con una decisión que pretendía aparentar experiencia en el asunto, se metió en el agua y empezó a buscar con las manos por el fondo lodoso tal y como viera hacer a su padre. Al no hallar ninguna pieza con las manos metió la cabeza mirando inquieto por todas las oquedades subacuáticas, pero finalmente no encontró nada, probablemente porque en ese río no había cangrejos.8

-¿Qué te parece si nos comemos este cucurucho de pipas que he traído? -le propuso Felipe como alternativa a la pesca fallida.

A Maribel no pareció importarle, estaba a gusto, y para ella eso era lo que contaba.

Felipe seguía intentando que el idilio fraguara. Se sentía torpe en comparación con los amantes de las escenas de besos, en las películas en que todo parecía fluir de manera natural. Sin embargo en los momentos en que lo intentaba siempre se equivocaba en la postura en la que colocarse o titubeaba en el último momento, con lo cual el intento de beso en los labios se acababa convirtiendo en una confusión de lados donde besar y al final se quedaba en un beso casto en la mejilla. Por fortuna siempre tenía ocurrencias para maquinar nuevos intentos.

Estando ya a medio verano se le ocurrió una idea fantástica: ir a pasar unos días a la masía de unos amigos en Servisé. En tiempos fue la residencia de una comuna hippie, que por una serie de motivos que su amigo Esteban le explicó y Felipe no terminó de comprender9, se había disuelto, quedándose con la casa él y su pareja. Felipe pensó que aquel entorno privilegiado sería el marco ideal y facilitador para propiciar la intimidad necesaria que condujera su relación a un estadio superior.

Fueron en autobús desde Zaragoza y al llegar se encontraron con un pequeño problema. Esteban y su pareja les recibieron como Dios les trajo al mundo10. Era así como pasaban la mayor parte del día ya que por su filosofía de vida no necesitaban la ropa y además disfrutaban de un clima privilegiado esos días. La consecuencia fue que se encontraron incómodos. En cualquier tarea en la que ayudaban a sus anfitriones no sabían dónde mirar ni dónde meterse del apuro que tenían.

Por el contrario sus amigos respetaban su decisión de seguir vestidos y se mostraban tolerantes con sus caras de susto y de vergüenza, sin predicar que podían probar a ir como ellos.

Felipe tuvo una idea para poder salir de aquel ambiente asfixiante y de paso estar a solas con Maribel.

-Cuqui11, hoy nos vamos de excursión a la sierra a pasar el día y cazaremos conejo para comer.

-Ah ¿sí?, no sabía nada… .

-Claro claro porque era una sorpresa amor12.

Aunque Esteban comprendió al vuelo de qué iba esa salida repentina, se privó de hacer ningún comentario sardónico ni ofensivo.

El sábado salieron a pasar el día por los alrededores de Servisé. Cuando llegó el momento de cazar el conejo de campo, Felipe recordó algo de la experiencia con su padre en una ocasión en Teruel. Fue capaz de encontrar la madriguera y tapar los agujeros excepto uno. Como no disponía de jaula, en realidad no había traído nada, con unas ramillas fabricó una caja improvisada y se colocó en el agujero a la espera de que saliera el bicho con paciencia exquisita.

Pasaron un par de horas. Maribel tenía ya aspecto de estar más que aburrida, pero a Felipe le pareció necesario demostrarle de qué firmeza y perseverancia era capaz el hombre que un día sería su pareja.

Por fin salió de su madriguera y lo atrapó.

-”Uyyyy qué monada, qué bonito es… me lo voy a llevar de mascota.. -exclamó Maribel entusiasmada, saliendo del letargo estival y del dolce far niente.

-Sí cariño13 pero es que este conejo va a ser nuestra comida.

-Pues yo no puedo ver esto! -exclamó, poniendo cara de repugnancia.

Maribel se escondió tras unos arbustos pretextando urgencia para hacer sus necesidades y Felipe que no recordaba muy bien el momento del sacrificio, o más bien no quería recordarlo14 hizo lo que pudo con el animal, que trataba de escapar continuamente. Acabó golpeándolo contra el suelo para poder matarlo y finalmente consiguió a duras penas despellejarlo y descuartizarlo ayudándose de una piedra cortante. Consiguió hacer dos pequeños trípodes con palos y ensartar el conejo para poder asarlo sobre una fogata improvisada. Lo cierto es que comieron bien y el conejo estaba muy rico. Parecía que todos los esfuerzos y penalidades merecieron la pena. La tarde también prometía ya que a la hora de la siesta se tumbaron sobre una manta que trajo Felipe y ya no detallamos lo que sucedió, que esto no es ningún programa de cotilleo para dar detalles morbosos de la intimidad de las personas15.

Cuando regresaron al caer el día, suspiraron aliviados porque sus anfitriones iban vestidos debido al fresco qué comenzaba a hacer por la noche.

Cenaron hablando sobre cómo había ido la jornada. Cuando ya se iban a dormir se sobresaltaron por el intenso sonido de unas sirenas de bomberos que alteraron la tranquilidad de la zona. Al salir de casa descubrieron horrorizados que la cercana sierra estaba ardiendo e incluso desalojaron las masías más cercanas al foco del incendio, incluida la suya.

Imaginemos a partir de ese momento todo lo que pasó por la cabeza de Felipe: “Dios mío, he sido yo. Pensé que había apagado el fuego. De hecho hasta hice pipí encima de las cenizas que creí apagadas sin ver quizás que todavía quedaba algún rescoldo por debajo… ¡Madre mía! qué va a pasar ahora. Seguro que nos interroga la policía. La casa está muy cerca del foco. Desde luego, si me preguntan a mí puedo mentir y decir que no hemos estado o que no hemos hecho fuego, incluso podría pedirle a Esteban que me diera una coartada, pero Maribel jamás confirmaría una mentiría, es demasiado honesta, sincera y buena como para hacerlo… Me veo en la cárcel ¿cuántos años me caerían?” No pudo evitar atormentarse con estas congojas durante toda la noche, que venían por turno a clavarle el cuchillo de la desazón una y otra vez.

Nadie vino a interrogarles al polideportivo a dónde fueron alojados.

Al día siguiente pudieron entrar a por sus cosas, además de que era ya el día de retorno a Zaragoza. Sus amigos los llevaron a la parada en la carretera. Al llegar de vuelta Felipe vio las noticias en televisión: “Tras casi 24 horas luchando con el fuego, el foco ya está controlado. Se piensa que puede haber sido provocado por una hoguera mal apagada”. En ese momento Felipe se quedo sin aire al sentirse aludido como autor del descuido y luego respiró hondo, curándose de espanto al evocar lo ocurrido con Maribel en la manta.

El amor por lo visto no mata ni arrastra todas los obstáculos malignos porque desde entonces a Felipe la angustia le poseyó como un ácido corrosivo. Sobre todo por las noches, cuando dormía desarmado, tenía pesadillas en las que aparecía un monte ardiendo y media persona con un dedo acusador, como saliendo por detrás del lateral de una pantalla de cine le señalaba gritándole:

-¡¡TUUUUUÚ TU FUISTE!!!16


COMENTARIOS

#sagaFelipe #piromanía #naturismo #ligue

En esta narración conocemos recuerdos de Felipe con su Padre cazando conejos, cogiendo cangrejos y haciendo fuegos en medio del río. Entonces asistía a esas acciones de forma pasiva y asombrada.

Se enamora de Maribel y para progresar en la relación la lleva a una casa de unos amigos que son los restos de una comuna hippie que viven en una masía en medio del monte y pasean desnudos por la casa. Para evitar la situación engorrosa Felipe le sugiere a Maribel pasar el día en el monte para evitarse escenas incómodas.

Para salir Felipe airoso en esta aventura iniciática del amor, carente de experiencia propia se ve obligado a recurrir a ideas establecidas (maneras que la sociedad nos provee a través de la tradición, los mass media, la influencia cultural y los modelos relevantes, especialmente los parentales) En el caso de nuestro personaje, evoca las hazañas paternas y pretende emularlo, aunque se da cuenta que es más difícil actuar que contemplar. Los cangrejos se le resisten, la parte de matar y despellejar un conejo se le complica más de la cuenta y acaba en cruenta carnicería.

Todo esta en contra: el ambiente progre, la intendencia, la inexperiencia; pero la fuerza del amor por suerte es más fuerte y sale victoriosa y logran ultimar la relación amorosa.

Pero su logro va acompañado de una tremenda pifia, porque la hoguera se ha dejado mal apagada y ha causado un incendio en el bosque.

Resulta que ha dejado cosas a su espalda (en este caso la hoguera del bosque, pero podrían ser los amigos, la familia, las aficiones, proyectos de vida) que se retuercen contra uno mismo en oposición titánica al amor, deviniendo una fuerza destructiva más poderosa de lo que podría parecer.

En la narración se dibuja una constelación de fuerzas, la del deseo que intenta realizarse luchando contra la corriente adversa de contrariedades; los modelos a los que recurrimos para realizarlos (crear admiración como hacía su padre); el precio de elegir (lo que dejamos atrás como un fuego mal apagado). Éxitos parciales y angustia por lo que se descarrila se entrelazan.

Una vez que el incendio se ha producido (el fuego simboliza los errores, el bisturí de la elección que corta las posibilidades, el egoísmo que intenta sobrevir a la generosidad del amor, la complejidad que adviene) el desasosiego interior se llena de hierbas venenosas como el silencio culposo, la mentira por omisión, el disimulo, la evitación, la carcoma de la impostura.

Aunque la vida feliz, diurna de Felipe se desarrolla con ‘normalidad’ la vida nocturna, la pesadilla, insiste en acusarle sin piedad cuanto más quiere disfrutar limpiamente de su derecho a gozar. Lo que le retiene (la catástrofe advenida, la muerte de un accidentado) nunca se rompe del todo a pesar de sus afanes como si fuera la contraparte, el peaje de vivir dejar cadáveres a su paso.


NOTAS TÉCNICAS

1Como preparación psicológica al cuento se ofrece la posibilidad de que alguien del grupo cuente algún recuerdo de infancia entrañable (“¿Recuerda alguien algún hecho entrañable ocurrido en la infancia, una excursión o viaje, un evento social, una costumbre o reunión familiar con anécdotas?, por ejemplo).

2El narrador representa alguno de estos mementos mientras describe el camino de Ordesa (“Venga Marcos, que no se diga que eres un debilucho!” “Venga que ya falta poco” “No te quejes tanto que te cansas más”, “ahora ya casi estamos” “no me seas flojo, venga haz un esfuerzo más” …. y otras sugerencias con las que pueden contribuir los oyentes)

3Inciso para crear ambiente coloquial y “familiar” en el que se pide que alguien describa los cangrejos de río que ha pescado.

4Es un Citroen. ¿Recordáis otras marcas de época similar que hayáis conocido? ¿qué características tenían? ¿qué tipo de averías?. Estos comentarios ayudan a viajar juntos a Mas de las Matas.

5El narrador dice “Como me pasa a mi con las natillas caseras con galletas María que preparaba en invierno mi madre”, ¿Os acordáis vosotros de un plato especial? ¿de un sabor que recordareis siempre?

6Nos preguntamos sobre algunos rituales que facilitan el inicio del festejo, como el baile de fin de curso en Estados Unidos, la petición de mano y otros rituales en culturas diferentes –preguntamos especialmente a los oriundos de países lejanos-. Recordamos la secuencia noviazgo-compromiso-matrimonio, si son etapas que al día de hoy todavía se pueden contemplar.

7¿Qué cosas extrañas y curiosas hemos hecho intentando seducir a una persona que nos atraía?

8Comentario en off, dirigido con mirada cómplice al auditorio.

9En esta ocasión se puede exhibir una serie de explicaciones abstractas de por qué falló la comuna del estilo “el espíritu de los tiempos sucumbió al remolino de las contradicciones” mientras el narrador explica las justificaciones incomprensibles hace una pausa y dándose la vuelta hace el papel de Felipe poniendo una cara de ojos abiertos y atónitos, sacando los morros como no entendiendo nada de nada. De esta forma se escenifica lo extraño y las reacciones frente a la extrañeza.

10Recogemos la retahíla de eufemismos de desnudez (en cueros, en pelota picada, etc…)

11De qué forma llamarían a un novio/a los presentes (cari, cuscurrín, amor mio, etc…)

12Repetimos, como un coro pegadizo las mismas sinonimias que la nota anterior.

13Bis compulsivo de los apelativos (mi alma, cachito mío.. los que antes se han coleccionado)

14En off dirigiéndose a los presentes con picardía buscando complicidad.

15El narrador se ha dirigido a los oyentes simulando pudor por narrar acontecimientos íntimos y tal vez defraudar un supuesto interés que los oyentes tendrían por conocer los detalles. Estas bromas intentan provocar al público y arrancarle un sonrisa.

16El narrador se tapa el lado izquierdo de la cara y dirigiéndose a los presentes les increpa tú, tu fuiste, con voz retumbante para que la acusación y la culpa resuene socializada. Como se hace evidente que se trata de un juego los presentes se sienten aliviados de ser acusados injustamente de mentirosos.

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