El mercado y antimercado
Nos vamos caminando al mercado y ahí compramos frutos secos (aunque se nos coló una señora esgrimiendo que nosotros no habíamos pedido la tanda oficialmente).
Luego acudimos gustosamente a una demostración de kiwis pelados y comidos con instrumento especial.
Nos Dirigimos a Caixa Forum para visitar una exposición de objetos que desplazados y refugiados eligen al salir precipitadamente de sus casas para salvar la vida.
En en camino, cuando atravesabamos Averly, vemos que sale la dueña por la puerta y le solicitamos permiso de visita. No puede ser, pero nos explica las vicisitudes de Averly, la deuda con Bankia que les llevó a caer en la ruina por ejecuciones que les obligaron a vender muy por debajo de su valor el conjunto único de fabrica con casa y jardín. Hicieron intentos de que fuera conservador por el Patrimonio Nacional como ejemplo de construcción que evocaba la revolución industrial en Zaragoza. No ha podido ser, y encima, lo peor de lo peor: arboles cortados esgrimiendo misteriosas razones de seguridad, que habían dejado escuchimizado el maravilloso jardín umbrío (concepto totalmente inasible para un burócrata mercantilista).
Vimos a la puerta del vanguardista edificio de CaixaForum los restos también degradados del consumo: muebles y enseres inservibles, pieles muertas de de la serpiente de la sociedad de consumo.
Volvemos al centro andando y meditabundos.