El tebeo imperfecto
Felisa tenía dos hijos, Juan y Pedro. No era una troupe, pero en su época daban mucho trabajo. Había que lavar a mano y cocinar con carbón. Antes de tener nevera, se compraba al día y costaba mantener todo limpio.1 Los platos llevaban horas para cocinarse. Con el trajín diario, Felisa sólo tenía un alivio, los seriales que comenzaban a escucharse por la radio, una radio en pañales en la que los mismos locutores silbaban para simular el viento o con los cocos el trote de los caballos. Allí se enteraba de las vidas desgraciadas de Genoveva de Bravante o de criadas enamoradas de señores cuyas promesas se esfumaban cuando veían peligrar la herencia, gentes ruines que hacían la vida imposible a buenas personas, abusadores del poder capaces de perpetrar maldades sin fin y amores prohibidos e imposibles2.
A Felisa le gustaba comprar en el quiosco de las novelas, las entregas por octavos de autores consagrados, la Isla del Tesoro, Corín Tellado, de Estefanía.3 y también para que se aficionaran a la lectura los niños les compraba tebeos por entregas, las vidas ejemplares, el Capitán Trueno, El tebeo, Zipi-Zape o El jabato.4
Cada cuadernillo costaba unos pocos céntimos y se devoraban a veces de pie, de camino a casa. Se leían y releían según las horas de ocio. Estas lecturas producían el efecto de demorar el aparente trascurso del tiempo que de adultos descubrimos que es más acelerado de lo que parece.
Una vez se produjo un alboroto con una entrega de Roberto Alcázar y Pedrín porque la edición era errónea y la numeración no era correlativa (a la pagina 4 le seguía la 8, a la 8 la 3, a la 3 la 7..). Juan propuso cortar las hojas con la navaja de afeitar de su padre y pegarlas con goma arábiga. Felisa reverenciaba el papel escrito como si todas las letras de fuentes distintas formaran algo así como una biblia universal. Cada vez que compraba un cuadernillo, lo primero que hacía era forrarlo para que las manos sucias no estropearan “los santos” o sea, los dibujos de la portada. Se negó al sacrilegio del corta y pega en redondo y les obligó a leerlo yendo de hoja en hoja retrocediendo y adelantando, y guardarlo con igual cuidado el prodigioso error que el primoroso acierto.
Envió a Pedro al seminario cuando tuvo 9 años. Pensaba que le ofrecía la posibilidad de tener estudios superiores, una moral, una influencia con la divinidad y buena comida. Ahí Juan, con sabañones, latines, rezos y preparación para una misión superior aguantó hasta los 18 años en los que fue despedido, da vergüenza decirlo…5
Le pillaron teniendo relaciones homosexuales. Esto no quiere decir que fuera homosexual, sino que en una época de crecimiento hormonal, si se obligaba a los chicos a permanecer con otros chicos o a las chicas con otras chicas, podían producirse relaciones circunstanciales que luego cedían cuando se cambiaba a un ambiente normalizado.6
Al salir del seminario toda la santidad acumulada se desinfló en presencia de las tentaciones terrenales y Pedro pasó una temporada de bandarra, de calavera, de viva la virgen, de…7
En cierta ocasión, vendió la colección de Zipi-Zape y los tomos de Roberto Alcázar que habían pasado de los anaqueles al arcón de la bodega, para conseguirse medios de ejecución del importante guateque del que surgiría la relación sentimental que luego se trasformaría en el matrimonio que le devolvió a una vida social de cánones aceptables y responsabilidades inacabables.
Los tomos de Roberto Alcázar los compró y encuadernó primorosamente el Sr. Julián, supuestamente para que sus hijos Arturo y Vicente pudieran refocilarse con las mismas gracias y gustos que su delecto padre. Temiendo desgaste o derroche de la inversión solo les dejó leer las colecciones cuando demostraron disciplina y cuidado con los objetos delicados, o sea cuando logró su total respeto. Eso sí, no permitió que cortaran y arreglaran el tomo 42 de Roberto Alcázar que estaba desordenado.
Su hijo Arturo le salió bien, deportista, estudioso, metido a banquero y con novia formal en cuanto tuvo edad de merecer. En cambio su otro hijo Vicente le salió rana. Era algo afeminado y cuando jugaba al fútbol se llevaba insultos monumentales
-!Eres un inútil! Tienes sangre de horchata! Pero ¡pasa! ¡pasa! Es que no ves la jugada? Eres tonto del culo…
Las notas, un desastre, mentiras y engaños para zafarse de responsabilidades, rarito rarito. Lo único bueno es que le gustaban los cómics y dibujaba muy bien.
Vicente, debido a su vergüenza culposa de hijo que decepciona, que sale rana8, fue víctima fácil de una secta en la que le valoraban como persona de ideas superiores, con abrazos de chicas guapas que con el amor hacían más proselitismo que con la meditación. Muy pronto le aconsejaron sabiamente que se dedicara el dibujo e incluso que colaborara en la confección de los carteles anunciadores de actividades9.
Como le pidieron separarse de la influencia espurea e imperfecta de la familia, y que se buscara una habitación en la que esforzarse como auténtico miembro pleno de la secta, tomó la decisión de vender algunos tomos de Tintín. Estaban escondidos en un armario fuera de la vista del común y los tomos de Roberto Alcázar guardados como material de coleccionista de pro, de los que no quieren nunca desprenderse de la posesión. Era su justiprecio para salir de la pobre condición de neófito.
-¿Cuánto me das por todo esto? -le preguntó al comprador de restos.
-Por todo, 200 euros, pero por el número 42 de Roberto Alcázar y Pedrín 5000€ porque es un ejemplar único conservado sin cortar ni pegar y la cubierta está impecable: está solicitadísimo y me lo quitarán de las manos…
Lo que vale o no vale, nunca se conoce hasta que los demás lo calibran. Por eso no se sabe si alegrarse o entristecerse por el destino de Vicente, ni por el entusiasmo de Felisa por conservar íntegro el número fallido, ni despreciaremos precipitadamente a Pedro por haberlo cambiado por un guateque, ni siquiera la intemperancia del Sr. Julián, que sin embargo conservaba como tesoros los cómics antiguos, ni por todo lo que tengamos o no tengamos entre manos.
COMENTARIOS
#sagaCrecimiento #fantasía #valores #tiempo
Felisa es una madre sacrificada que consume ‘fantasía’ (novelas, seriales) para hacer más llevadera su vida. Le regala a sus hijos un ejemplar de cómic que contiene errores de encuadernación.
Los hijos proponen “cortar y pegar” para arreglarlo, pero ella insiste en conservarlo tal cual, llevada por cierta adoración a la ‘letra impresa’, que para ella es la santa biblia.
Pedro sale rebotado de un seminario por algunas actividades sexuales no permitidas y se dedica al impulso juvenil de participar en fiestas. Para financiarse una, vende los cómics, incluido el ejemplar malformado. Los compra el Sr. Julián que los conserva para sus hijos, uno bueno y otro malo, dualidad basada en los propios valores rígidos del padre.
Vicente, el hijo ‘débil’ es captado por una secta y vende los cómics de la familia para hacerse con un dinero con el fin de que le acepten subir un nivel. Resulta que a la hora de vender los ejemplares los ‘buenos’ valen poco y el ‘malo’ vale mucho.
El sistema de valores es el que decide el precio, el aprecio o el desprecio de las cosas.
NOTAS TÉCNICAS
1 Pedimos, una vez que pronunciamos “limpio..” y movemos los dedos como buscando la palabra adecuada, pero que saben los oyentes que es la señal de contribuir, una lista de expresiones acordes (por ejemplo: “limpio como una patena”, “como los chorros de oro”..)
2 Solicitamos el leiv motiv de algunos culebrones que recuerden.
3 Ocasión para recordar algunos libros que hayan leído los oyentes años atrás.
4 En este caso pedimos mencionar nombres de cómics o ‘historietas’ .
5 El narrador se coloca detrás de una columna, insiste en que le da apuro decirlo, hasta que los usuarios le ruegan por favor que lo diga, prometiendo que no se reirán o se escandalizarán.
6 Debido a la comedia anterior de la “falsa vergüenza”, algunos de los presentes aseguran que en la cárcel… que en un internado… que en la mili…. han conocido casos
7 Se suman los voluntarios a la invitación de contribuir con expresiones similares a “pillastre”, “bala perdida”..
8 Colaboran los presentes con epítetos correspondientes (“un chasco”, “desilusiona”, “avergüenza”..)
9 Preguntamos a los oyentes si estas técnicas de captar prosélitos para una secta las conocen. Algunos comentan haber pasado por algunas sectas en momentos de desorientación o para dejar las drogas.