La violinista rescatada

La violinista rescatada

Desde la charla del célebre Cave Master en el auditorio de Zaragoza, José Ramón no había vuelto a ver al topo. El personaje tampoco dio que hablar en los medios de comunicación porque se le sorprendiera alguna vez en una actividad secreta o se hundiera en alguno de los múltiples pasadizos.

José Ramón tuvo que acudir al pueblo porque murió el suegro y fue con su mujer al entierro. Desfilaron todos los importantes del lugar para estrechar la mano del hermano mayor y expresar conduelo. Mostraban así respeto al nuevo prohombre que a partir de entonces pasaría a formar parte de las fuerzas vivas del pueblo como heredero de una buena extensión de tierras, encima de las de orientación sureste, en vez de las menos productivas del noroeste del pueblo, donde incluso las casas eran mas pequeñas y menos lujosas reflejando las cosechas escuálidas de los dueños de esta parte.

-Hacía tiempo que no nos veíamos, Jose Ramón –le dijo el topo, que lucía piel lustrosa. Quizá su vida larvaria, como si de un gusano se tratara, se la mejoraba dejándosela tersa y lozana lo que le proporcionaba una apariencia juvenil.

-Sí sí, ya han pasado diez años por lo menos.. –calculó Jose Ramón- En diez años puede pasar cualquier cosa. La semilla de un sauce puede haber detectado la humedad adecuada y florecido en una parte del río y una ramita del sauce crecido se puede haber roto y la corriente del agua haber desplazado y plantado un clon en la otra orilla.1

-Sí, seguramente cambian los destinos. Ahora ya no visito nunca al Cava, ni a Berta, ni a la Dolores ni al Carderola, ni hago el mismo tipo de intervenciones. En cambio he aprendido a conocer a las nuevos generaciones a las que visito utilizando los viejos túneles.

-Por ejemplo, ¿a quién visitaste ayer noche? –preguntó intrigado por la supuesta modernización tópica.

Le explicó la visita a Marina, a la que dejó un violín, conseguido en el desván de los Jové y llevado a limpiar en una tienda de instrumentos musicales. Le añadió un letrerito que decía: “Vuelve a tocar el violín y podrás recuperar otra vez tu espíritu y a Albert. Marina tenía 12 años y una tierna inclinación sentimental por su antiguo compañero de clases de violín, Cansada de escalas y de la lentitud desesperante que los estudios de música, que hace estragos entre los alumnos jóvenes, más motivados por el entusiasmo de los padres que por el suyo propio, había dejado el violín para practicar el arte más superficial del baile pop, el maquillaje, los abalorios y las modas.

Marina al ver el violín acusó de intromisivos psicópatas a su madre, a su padre, a su hermano bromista e incluso al mayor, que ya empezaba a trabajar y salir con la novia, por lo que no parecía que fuera plausible que estuviese involucrado. Pero todos tenían poderosas coartadas2

-Por cierto, en la casa frente al almacén de cebollas le puse una nota a Ramón Civit avisándole de que debajo de su puerta estaba creciendo una plaga de termitas al amparo de los humedades que se filtraban de un pozo de la guerra civil que se conservaba en el pasillo antibombarderos que pasaba por debajo de su casa. -El topo hizo una pausa, espiando si José Ramón captaba o no captaba al ‘nuevo’ topo según la cara que ponía y viéndole impávido continuó diciendo:

-El pobre Civit se llevará un disgusto y mucho rabanillo, pero al menos tendrá la oportunidad de intentar combatir el nido de termitas con veneno y cambiar la puerta de madera por una de hierro.

-¡Qué frágil es la seguridad de un hogar! –le replicó José Ramón, conmovido o afectado por la repugnancia de pensar termitas tiernas, vivas y juntas carcomiendo las puertas. Te crees seguro y eres atacado por los bichos con su asquerosa actividad. Producen grima y pesadillas al creer que oyes el ruidito de la zapa de madera por las noches.

-Lo mismo me pasa a mi cuando escarbo, que creo que me oyen todos cuando la tierra cae al suelo o se desprende de la bóveda o la arrastro en saquitos. Pero el sonido es o no es según uno quiera o tema escucharlo.

-Me entran muchas ganas de acompañarte esta noche, para ver por mi mismo el despliegue nocturno con las nuevas generaciones. La verdad es que no conozco a nadie.

-Bueno, si sigues siendo silencioso y no me cuestionas con tus comentarios sardónicos te dejo acompañarme. Llévame la linterna de repuesto, la paletilla y estos trípodes sujeta fotos, el rotulador y el sobre.

-Me intriga saber lo que te traes entre manos..

-Entre piolets y azadillas anda el juego –bromeó el topo-.

Entraron por la zona muerta de una escalera que había en el sótano donde guardaban los Mussol las cáscaras de almendra y los pallets para la calefacción. Subieron sigilosamente con los flamantes calcetines zapatilla que tenían botones blandos como de pata de gato.

En el cuarto de José, que era el heredero de los Mussol y ya lo dejaban ir sólo al campo, el topo abr un cajón de la cómoda con pasmosa facilidad profesional3. Estaba lleno de fotos que inspeccionó una a una, sacándolas con una pinza de cejas como quien levanta los palillos del I Ching. Seleccionó las fotos del mismo campo, el Perdiguero, fotografiado con niebla, con lluvia, con rastrojos de verano, en primavera, con viento, al atardecer o al amanecer. Ordenó la selección y la fue colocando en una hilera de la pared creando un hermoso time lapse4

En la casa de Pol cogieron cinco euros de la mochila y el topo lo metió en un sobre que dejó en la casa de Ramoncín, el hijo pequeño de Ramón Piedrafita.

Cuando acabó la actividad febril de esa noche fueron a tomar un refrigerio bien merecido al patio de Casa Rodrigo, a esas horas deshabitado. Viendo el Topo que José Ramón se retorcía en el asiento lleno de preguntas y cuestionamientos fruto de la ignorancia, le dijo:

-Venga, ahora suéltalo!

-¿Cómo es que sabes tantas cosas de los niños del pueblo? ¿Los espías en el colegio?

-En absoluto –le explicó el topo-. Los niños son tan trasparentes que te puedes sentar en un banco discreto de La Plana y limitarte a oír a los que pasan. El que oye con atención fresca y desprejuiciada encuentra más información útil que el que busca información mediante un interrogatorio o espionaje sistemático.

-Tampoco entiendo porque le pones las fotos a José.

-El destino del hijo mayor es perpetuar la saga, alargar el patrimonio, darse por entero a la dinastía, pero en cambio José tiene todavía inquietudes y por eso le he puesto un ejemplo de lo que el mismo barrunta sin atreverse a pensarlo en voz alta y menos a aún rebelarse como artista. La idea es que vea un ejemplo fehaciente de su sensibilidad proyectada en la pared, tenga ganas de hacer una exposición en el centro cívico y cultive a través de la fotografía la vena artística. Tendrías que oírle hablar de la escarcha sobre las hojas, de los tonos rojizos de la puesta de sol cuando pasea con su novia. Me ha parecido que o bien creería que sonámbulo aparecía una vena artística reprimida que intentaba pugnar por ser reconocida o que su novia le quería mostrar una faceta de su ser que ni el mismo conocía.

-Puede ser que sean buenas explicaciones, pero si produjesen un cambio, serían causa falsa aunque las tomara como propias –ironizó José Ramón-. Y por cierto, ¿qué sentido tienen esos cinco euros que pasaron de una mochila a otra de los dos niños?

-Es una deuda que supuestamente se está pagando en silencio. Uno creerá haber perdido el dinero que no quería devolver y el otro que el compañero le ha dejado lo que le debía de una forma silenciosa, deseando que no se hicieran comentarios indiscretos al respecto.

Jose Ramón se abstuvo de expresar opiniones irónicas o sardónicas. La actividad del topo le parecía demasiado enrevesada, complicada y retorcida. Era dudoso que con el mal se fuera a producir un bien.

También estaba desconcertado porque a pesar de los errores, manipulaciones, deformaciones y mentiras parecía que el topo se salía con la suya y creaba una falsa justicia, un falso amor o un falso arte que si les quitásemos la mentira brillarían, dejarían ver las cosas hermosas de la vida, ¿o tal vez las cosas hermosas están en realidad contaminadas y hacemos como que no vemos la fealdad de la hermosura?


COMENTARIOS

#aficiones #reactividad #orgullo #manipulación

El paso del tiempo ha hecho mella en el topo. Aunque de apariencia lozana, los cambios se centran en sus actitudes. Ya no tiene mucho interés en intervenir en el mundo adulto, salvo para avisar de urgencias, como la aparición de termitas. Prefiere conectar con jóvenzuelos y niños que observa en la plana, que son más trasparentes y permiten adivinar fácilmente necesidades y problemas.

A José, que juega a ser adulto trabajador encauzado por las presiones para que herede las tierras, le coloca encima de la cómoda un time lapse hermoso, construido con sus propias fotos, par que valore ‘de un vistazo’ las posibilidades de su sensibilidad artística.

A Marina le pone el violín con una nota de aliento, insinuando que vuelva a tocarlo con su gran amigo Albert por el que tenía especial predilección. Cree primero, que es cosa de su familia, cuya presión precisamente le condujo a abandonar los estudios musicales. Todos tienen coartada, por lo que el mensaje comienza a tener otro significado. Le invoca a reflexionar sobre las aficiones perdidas dando nuevas motivaciones para reemprenderlas.

Resuelve un asunto de deudas entre dos amigos que se resisten a reconciliarse, facilitando que el empecinamiento con el que se acastillan orgullosos en sus posiciones, ceda y dé lugar a una reparación de la deuda y quite razones al egoísmo del deudor.

Más moderado, José Ramón sigue considerando al topo manipulador y peligroso aunque simpático. Se empeña en hacer el bien a su entender, sin aceptar que las personas tomen sus decisiones, aunque fueran equivocadas, que sean responsables de sus actos y no salvados de sí mismos por topos bienintencionados.

El que ayuda sin permiso incapacita y en cierto modo degrada a la persona ‘mejorada’. Le impide asumir sus éxitos porque han sido inducidos y no le deja tampoco aprender de los errores.

Es cierto que el topo ahora va ‘con pinzas’, con sutilizas y con pequeños toques de magia. Su maduración se ha trasformado en una sofisticación. Es como si el topo caminara al punto en el que su influencia fuera como la de cualquier otro ser humano, aunque para ello tuviera que abandonar los túneles.


NOTAS TÉCNICAS

1 Uno se ha podido separar, volver a enamorar y ya tiene un hijo de ocho años, o empezó un curso de soldador, comenzó a trabajar en un taller y ahora es el dueño del taller una vez que se jubila el antiguo propietario, o en diez años…. El narrador pide a algún voluntario de lo que puede pasar en diez años.

2 Su madre nunca mentía y se extrañó tanto como ella e incluso sospechaba que ese Albert se había deslizado por el patio y se había colado en la habitación. Su padre dudosamente, porque nunca había tenido entusiasmo musical y los hermanos demasiado ocupados en sus propios asuntos y hacía años que le dejaban de lado.

3 La facilidad es una apariencia engañosa e impostora que a veces los profesionales ejercitan para mostrar “falsa humildad”, para no dar importancia a su pericia conseguida con años de esfuerzo.

4 Proporcionamos alguna información sobre el tema, como fotografiar una flor en distintos estadios para hacer ver que florece en unos segundos o una ciudad a distintos horarios.

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