Ser o no ser, cambiando de identidad
CAMBIOS
Recientemente hice una visita a Soria para rememorar tiempos pasados de la infancia en el lugar tratando de contrastar los escenarios de algunas an écdotas que se habían escapado del silencio del tiempo. Traté de buscar el amplio patio en el que jugaba con las vecinitas entre las q ue surgieron los primeros amores mezcla de descubrimiento del sentir y del jugar a ser mayores: el amplio muro resulta que era pequeño muro, y el patio no era patio sino pequeña plazoleta. Desde luego no había nieves como en los inviernos en los que allí viví, el pinar en el que una piedra lanzada para arrancar piñas fue a herir la cabeza de mi hermano, dejándolo tumbado en el suelo pensado que había muerto o pensando que podrían los demás pensar que lo había asesinado por las crueles rencillasque hay extraoficialmente entre hermanos oficialmente bien avenidos, y el colmo cuando le pregunte a un señor de cierta edad:
-¿Dónde esta el árbol de la música?
-Ay ay … -me contestó, compungido- hace muchos años que se taló porque estaba enfermo, y la madera carcomida ponía a la plataforma en peligro.
Tenía interés en ver ese hermoso árbol en el que los viernes se ejecutaban obritas para orquesta de vientos, y que con el pasar de los años, descubrí al comparar una audición de Eldgar –el músico patriótico inglés que describió mejor que nadie los sentimientos de ataque a la libertad, especialmente el concierto para cello con Jaqueline Dupré, la que fuera luego de estar en lo más alto de su carrera musical desgraciada con una enfermedad que le impedía tocar el cello- , creo que se llamaba “música de circunstancias”, descubrí que coincidía con lo que tocaban muchas veces en el árbol de la música y acababan por taraerar los niños sorianos sin saber de su origen poco ortodoxo e incluso masón.
Al trasladarnos a vivir la familia a Huesca cambió considerablemente el carácter de mi madre, que de ser persona comedida y apocada, sufrió una trasformación expansiva, volviéndose dichacharachera, saludando a los viandantes de la ciudad a los que conocía debido a su trabajo en la frutería principal de la ciudad, y de todos quería tener noticia o preguntaba algo muy oportuno que exigía largas explicaciones, o la persona en cuestión requería un reencuentro afectivo acorde a la magnitud del tiempo trascurrido sin tratarse.
-Este es mi hijo –dale a besito a Felisa, a Marta, a Ribascués, a la Conchita a la Lera, a la Josefa, a la de la esquina de Santana, a la Susana, a la mengana y a la tutana.
La lista era inacabable. Pero como quiera que siempre mi reacción era tratar de esconderme en una esquina de las falda amplia de mi madre, para evitar besuqueo con extraña persona, mi madre sentenciaba:
-es muy vengonzoso
-es muy serio
-no habla nada
-hay que sacarle las palabras con sacacorchos
Porque paralelamente al encendimiento paace que había sufrido un apagamiento al cambiar bruscamente las simpáticas amigas por los oscos, las calles conocidas por las desconocidas, el amable colegio por la desagradable escuela Normal.
Mis padres parecían estar ahora ocupadísimos y me dejaban suelto en la calle pensando que allí estaría rodeado de amigos en vez de huérfano de recursos, y el silencio, el desinterés y la formalidad hicieron que me reflejara sobre mí mismo confirmando la sentencia de mi madre:
-es muy suyo
-es muy callado
-es muy parado
Las cosas se trasformaron por suerte al comenzar a estudiar en el internado al que me enviaron en vistas de corregir los defectos de estar enmadrado, entendiendo por enmadrado tener y no tener madre, ser o no ser hijo, estar o no estar presente.
Debían tener razón porque allí mi ánimo comenzó a remontarse, y quizá por compartir las mismas penas, y por la tolerancia amable del colegio comparado a la rigidez de la escuela anterior, pasé a recibir notas de faltas de conducta por lo que recibía repropación y reprimenda:
-Habla hasta por los codos
-Es un charlatán
-No sabe parar, muy impulsivo
-No distingue cuando es tiempo de broma y cuando de seriedad, clase o estudio.
-Ni en los lugares mas sagrados puede resistirse a bromear.
No hubo manera de disciplinarse para la adecuada seriedad y finalmente fue expulsado del colegio por gamberro.
Abandonado a las afueras del sistema escolar, pululando por academias, profesores de repaso y exámenes por libre, y sobre todo abandonando el lugar en el que tan bien y tan completamente se había integrado, esta etapa fue como volverse chalupa sin motor en medio de la marejadilla.
Iba perdido, atormentado, y aunque su hermano le presentaba toda suerte de gentes interesantes cuatro años mayores que él no se integraba ni a tiros y volvió a conversirse en
-No se si te acuertas de Conchita… es que es muy serio…
-Te acuerdas de Felisa … es que es muy callado el…
-Pero si te tenía en las rodillas y te reías conmigo. –objetaba Felisa-.
En el instituto de Lerida, donde emigró la familia en busca de prosperidad- resulta que se volvió un rebelde sin causa, una cosa algo mas presagiosa y respetuosa que ser un don nadie del montón, e incluso alguna chica que había pasado veranos en Francia y había conocido alguna referencia a la Gouche Divine, se prendaba de él por parecerle tribu existencialista.
Por suerte como hippie e intelectual fue muy apreciado y valorado, como cualquiera que se atreviera a llevar pelo largo y vestir de colores en el ambiente gris de la época, y pasó a ser persona interesante, de espíritu elevado, gurú y persona adecuada para estrenarse en lances sexuales de chicas que se formar en el espíritu contemporáneo y el amor libre.
El amor le favoreció con una pareja extraordinaria, suscitando entre los conocidos reconocimiento en cuanto a experiencia, forma de entender la pareja en la época post-revolucionaria, o en el papel de la mujer en la vida moderna o en la experiencia el sexo abierto. Referentes , acogedores hospitalarios de prosélitos, ejemplo de que el amor existe y es posible.
Desgraciadamente la capacidad de amar de Sandra no se aplicaba absolutamente a persona única, sino que podía irse tan fácilmente como vino y aplicarse a nueva pasión que permitía a la pasión ser pasión sin rebajarse a otra cosa acomodaticia.
Pasaron tres años danto tumbos, intentando sin éxito nuevas relaciones que fallaban al cabo del tiempo por insuficiencia de fuerza amatoria o pegas diversas, provocando angustias, soledades y toda suerte de conductas desquiciadas.
Los amigos ya no le veían como Gurú, sino como apestado, y costaba bastante esfuerzo y cúmulo de viandas conseguir visitas.
En los trabajoss fue de mal en peor, adaptándose a una realidad económica hostil y poco pródiga de veleidades, intentando disimular talentos, ideas y criterios propios para no provocar rechazo.
-Qué serio es, decían unos.
-Y cabezón
-orgulloso
-va a su bola..
Salvo algunos momentos gloriosos en el que pareció ser apreciado como talentoso, participando en algunas charlas en las que destacó, algunos artículos que escribió para el periódico y alguna entrevista que le hicieron en un mes de agosto en el que los periodistas no encontraban de qué hablar, su vida se volvió gris y vacia.
Todavía hay esperanza que un día uno tenga u n renacer, suponiendo que uno tenga algún valor que todavía no se ha apreciado, o bien porque alguien que te quiere te alce a un buen lugar o quizá unas nuevas circunstancias sobrevengan tal como habían ido ocurriendo a lo largo de la vida, pero no a peor, sino a mejor….